Hoy, domingo 23 de octubre de 2011, ha empezado a llover de verdad. Ha soplado el viento como lo hace todos los inviernos, ha empezado el repiqueteo de la lluvia en los tejados, han vuelto las chimeneas humeantes y el olor a castañas asadas ha invadido las calles de mi pueblo... Galicia es un lugar diferente, todo cambia con el agua; hasta el lamento de las campanas es distinto cuando llueve. Gracias a la lluvia, volverán a brotar las fuentes, el murmullo de los regatos volverá a alegrar los paseos por el monte, las camelias amanecerán con minúsculas gotas de agua en sus hojas... y los embalses, se llenarán hasta los topes.
Hace dos semanas, cuando a principios de octubre el termómetro marcaba unos inusuales 34º, pillé la CX y me largué a Portomarín, en Lugo. Una villa clave en el Camino de Santiago con una historia peculiar: en los años 5O, sus vecinos tuvieron que trasladar el pueblo debido a la construcción del embalse de Belesar; una monstruosidad que arrastra una cola de 54 kilómetros y que anegó en su momento más de 1.820 hectáreas de terrenos, repartidos entre los municipios de Chantada, Guntín, Paradela, Paramo, Portomarín, Saviñao y Taboada.
Cuentan las crónicas que el Caudillo era todo un especialista en inaugurar embalses. En el caso de Portomarín, no hubo protestas, sólo silencio, rabia contenida y resignación... supongo que por eso los lugareños hablan con los ojos empañados al ver los cimientos de sus antiguas casas al descubierto.
Cuando las aguas bajan (y bajan mucho), puedes visitar el antiguo pueblo... e incluso circular con la moto. Molinos anegados de agua quedan al descubierto, cimientos de casas, el horreo de la iglesia Románica que fue trasladada piedra a piedra, preciosos puentes romanos e incluso panteones vacíos del cementerio... no es la primera vez que lo digo: en Galicia hay lugares que te invitan a quedarte y te obligan a marchar al mismo tiempo; El antiguo Portomarín es uno de ellos.
El calor es sofocante y el polvo lo invade todo... ojo con tu clásica, sobre todo si es refrigerada por aire: a la CX le subió la temperatura del agua más de lo habitual, ya que el viento dentro del vaso del embalse apenas se mueve y es muy caliente. Aún así vale la pena, ya que cada rincón esconde una historia interesante...
Si quieres empaparte un poco más de la historia de Portomarín, aquí te dejo un enlace a la web de Ángel Arnáiz, periodista del Correo Gallego (no hay mucha cosa en internet sobre Portomarín... una vez más, cuando la historia de Galicia resulta polémica para ciertos sectores, apenas se encuentran referencias)
Rutómetro: desde Santiago, Ourense, Lugo o Sarria... da igual, desde cualquiera de estos lugares encontrarás señalización para llegar a Portomarín.
Es tierra de alambiques, el aguardiente es espectacular.
jummmmmm!!!!! bonita ruta! me han quedado ganas de conocerlo así, vacío. debe dar respeto escuchar el silencio de las construcciones abandonadas, de la tierra baldía.... ☺☺☺
ResponderEliminarY eso que te avisé!!!
ResponderEliminarpos ná! cuando se tercie y el tiempo no lo impida, montamos otra ruta de otoño de cara a algún paraje perdido.....en clásica! of course! ☺
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